El mantón de Manila no es solo una prenda: es una joya del arte textil, símbolo de elegancia, tradición y herencia cultural. En esta guía práctica te contamos paso a paso cómo cuidar tu mantón de Manila —ya sea antiguo o moderno— para que siga luciendo tan espectacular como el primer día.
Limpiar un mantón de Manila requiere de mimo y atención, ya que está confeccionado en seda, un tejido delicado y “vivo” que puede dañarse con facilidad.
Nunca debe lavarse con agua ni meterse en la lavadora, ya que los tintes naturales de la seda pueden desteñir y arruinar por completo el mantón.
Para una limpieza básica, lo primero es pasar un cepillo suave por toda la superficie para eliminar el polvo o pequeñas partículas de suciedad.
Si aparecen manchas más evidentes, lo mejor es acudir a profesionales en tintorerías especializadas. Ellos utilizan técnicas de limpieza en seco con productos como el percloroetileno (PERC), un proceso que debe ser realizado únicamente por expertos acostumbrados a tratar textiles antiguos. Hay tintorería que no se atreven a trabajar con mantones antiguos, lo mejor es siempre preguntar y asegurárnos que conocen
En cambio, los flecos sí pueden cuidarse en casa. Para desenredarlos o limpiarlos ligeramente, mezcla un poco de suavizante en agua y, con los dedos, ve peinándolos con suavidad. Hazlo despacio, sin deformar su forma cilíndrica. Después, déjalos secar en un lugar ventilado, alejado de la luz directa del sol.
En general, no se recomienda planchar un mantón de Manila, ya que la seda y los bordados son muy delicados. Sin embargo, si el mantón ha estado guardado durante mucho tiempo o de forma inadecuada, es posible que presente arrugas difíciles de quitar, y entendemos que quieras alisarlo un poco.
Lo primero es probar a colgarlo extendido por la mitad durante unos días. Muchas veces, el propio peso del mantón ayuda a que las arrugas desaparezcan de manera natural.
Si eso no basta, entonces sí podemos recurrir a la plancha, pero con mucha precaución. Utiliza una plancha ligera, a baja temperatura, y siempre plancha por el revés, es decir, por la parte trasera. Así evitarás que el bordado se aplaste o que la seda adquiera brillos indeseados.
En cuanto a los flecos, no deben plancharse con una plancha convencional, ya que podrían perder su forma cilíndrica o deshacerse. Lo mejor es preparar una mezcla de agua con un poco de suavizante, peinarlos suavemente con los dedos o peine ancho y dejarlos colgando para que el propio peso los estire de manera natural.
Lo que nunca debes hacer:
No lo cuelgues en una percha. El peso del propio mantón puede hacer que la seda se estire y acabe rajándose.
No lo guardes doblado en un cajón. Las arrugas y pliegues que se formen serán difíciles de eliminar con el tiempo.
La mejor forma de guardarlo:
1)Lo ideal es enrollarlo suavemente sobre sí mismo y guardarlo dentro de una caja o tubo de cartón. Antes de hacerlo, envuélvelo en papel de seda o un paño de algodón para protegerlo del polvo, los roces y los enganches. Este método ayuda a que la seda se mantenga en perfecto estado y evita los dobleces que podrían debilitar el tejido.
2) Si prefieres una opción más sencilla, también puedes dejarlo caer con suavidad sobre papel de seda dentro de una caja, sin doblarlo. Así los pliegues no se marcarán siempre en el mismo sitio y parecerá más natural, aunque probablemente el mantón aparecerá más arrugado al sacarlo que si está enrollado.
Existen otras técnicas de doblado pero nosotros no las recomendamos ya que acentúan la creación de arrugas simétricas (verticales y horizontales) por todo el mantón.
Busca un lugar seco y fresco, alejado de la luz solar. Si vas a guardarlo en un cajón o armario aseguráte de que no hay humedad o presencia de insectos.
Si hemos doblado el mantón y elegido un buen lugar para almacenarlo, el mantenimiento de un mantón de manila es mínimo. Aún así, recomendamos sacarlo 1 o 2 veces al año y extenderlo para que la seda transpire y ver si hay presencia de húmedad o suciedad.